Cap. 2 "Zombis"

Lo que iba a ser una tarde de amigos, asado y fernet se estaba convirtiendo en otra cosa. Pensar que las cosas pudieran cambiar tan rápido era casi imposible pero estaba sucediendo. Todos miraban la televisión en silencio, sus ojos no podían creer lo que veían, sus mentes no podían reaccionar ante tanto terror y muerte. Javier fue el primero en hablar.

Esos….¡esos son zombis papá! dijo mirando a su padre.

¿Qué cosa, hijo? —preguntó el Gringo desconcertado.
Zombis papá, como en la tele. Gente muerta que no está muerta, no-muertos que se van comiendo a personas vivas aclaró Javier.
Dejate de joder pendejo, ¿cómo van a estar muertos esos tipos? le dijo Asado, despectivo.
Son muertos, ¡tarado!, ¿qué sabes vos si lo único que sabes hacer son asados? le respondió Javier, se levantó y se fue a su habitación.

Ni el Gringo ni Ángela dijeron nada. Javier y Asado no se llevaban bien. Probablemente Javier tenía celos del trato de Asado hacia su hermana, que era muy distinto al que le daba a él.


¡La puta que los pario! gritó Ayelén —¿y ahora qué carajo hacemos?, ¿y la policía?

¡Mirá ahí sube la yuta a reprimir! dijo Asado.

No se puede creer lo que está sucediendo. ¡La gente se está matando en las tribunas! Esto es horroroso. Pero ¿qué pasa? No entiendo nada… parece que llega la policía. Veremos qué pasa. No sé si la gente en sus casas está viendo pero seguro deben estar tan sorprendidos como nosotros. ¿Qué hacemos, seguimos? preguntó el locutor televisivo a sus productores detrás de cámara.


¡Miren!, hasta el locutor se quiere ir dijo Ángela —hija no mires, ¡anda a tu habitación ya!

Mamá ¡quiero ver! –—dijo la princesita mientras abrazaba a su papá. Ángela no siguió hablando, estaba demasiado perdida en la televisión.

En la pantalla se veía como la policía entraba a las tribunas pero ya los tumultos de gente muerta eran demasiadas. Los policías disparaban sobre ellos pero las balas parecían no hacer nada a las personas que, furiosas, se tiraban sobre ellos. La cámara de televisión comenzaba a acercarse a las tribunas y lograba captar una imagen espantosa. Era un policía que estaba siendo devorado por una persona que ya estaba muerta. El zombi tenía los ojos idos, en blanco, su cara llena de sangre, su cuello destrozado por una mordedura anterior que lo había convertido. El policía solo gritaba, pasmado por lo que pasaba; en la mesa del patio del Gringo todos se quedaron mirando la pantalla sin creer lo que veían. 


¡El Pity fue a la cancha! —dijo, con miedo, Ayelén. Agarró su celular y marcó su número.

No lo puedo creer dijo Asado —Acá se va todo a la bosta.
Pará asado, hay que tranquilizarnos. Debe haber una explicación lógica para todo esto —dijo Ángela.
Pero ¿qué explicación? ¿No viste como le comían el brazo a ese cana? —dijo Asado.
Hablé con el Pity. Dice que justo hoy se pagó la platea, no estaba en la popular. Dice que es un quilombo, que todo el mundo corre y grita; se va a armar lío. Le dije que venga para acá. Yo lo llamo en 5 minutos, sino viene me voy a buscarlo. —dijo Ayelén muy preocupada y convencida.
Pará, pará Aye, no podes ir ahí. No podemos ir ahí. Algo groso está pasando. Algo malo, muy malo —dijo el Gringo, tratando de mantener la calma, tanto como era posible.
¡No paro una mierda! ¡Si no viene, me voy para allá! —dijo Ayelén.

Asado se levantó y trató de consolarla. Era difícil consolar a Ayelén. Cuando se le metía una cosa en la cabeza no era fácil de sacársela. En ese momento vuelve Javier al patio con unos comics.


¿Ven? Esto es. Son zombis. Se comen a la gente. Están muertos pero caminan. ¿Nadie ve series de zombis? —trató de explicar.


Todos miraron la mesa donde estaban los comics. Mostraban zombis comiéndose a personas. Nadie sabía que pensar. Él era el único que no mostraba desconcierto, estaba seguro de lo que decía.


Esto va a ser una epidemia. Los zombis, cuando muerden a otras personas los contagian y se vuelven zombis. Es imposible pararlos; solo se mueren si les reventás la cabeza. Pero siempre ganan; al final de todas las historias de zombis, ellos siempre ganan y las personas mueren. Todos vamos a morir. Todos. —sentenció Javier.


Ángela se acerca y le da una cachetada.


Pero ¿cómo decís eso Javier? ¡Y frente a tu hermana! —dijo, llorando, Ángela.


Con la cara llena de odio, Javier se va para su habitación.


No sirve ninguno de ellos. Se van a morir todos —dijo mientras caminaba para su habitación ya pensando en prepararse para lo que venía, la supervivencia.


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